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Melina Bronfman

¿QUIÉN ENTIENDE A LOS NIÑOS?

/ Fotografías: Gonzalo Carrasco

Con esta interrogante, la especialista argentina en desarrollo infantil, Melina Bronfman, se refirió a un tema que a muchos padres les inquieta: ¿Cómo aprender a interpretar las emociones de los hijos?

Ser padres es probablemente una de las experiencias más hermosas que regala la vida. Pero todo el proceso que ello conlleva, trae aparejado una serie de acciones que la mayoría de las veces no sabemos cómo abordar en la crianza de los hijos.

La especialista argentina en desarrollo infantil, Melina Bronfman, se refiere a este tema, haciendo primeramente una diferencia entre lo que significa el desarrollo y la crianza de los niños. “El desarrollo es algo natural que se va a producir en un niño, independiente de las experiencias que le toca vivir. La crianza, en cambio, incorpora las experiencias que como padres voy a entregar a ese niño, lo que puede ir acorde con la fisiología o no”.

En este punto la profesional distingue entre lo que es simplemente fisiología y lo que implica una intervención que es la que genera experiencias. “A ello agregaría un tercer término que es la desregulación. Cuando un pequeño tiene sus necesidades fisiológicas cubiertas, está regulado. Pero cuando estas no lo están, se produce la desregulación, la que con el tiempo puede acarrear consecuencias emocionales negativas”.

 

 

“Algunas necesidades fisiológicas son, por ejemplo, comer y tener una temperatura corporal constante. En los primeros días de vida el contacto físico es fundamental. Pero a medida que los niños van creciendo, van ganando autonomía y nuestro rol es ir de alguna manera interviniendo de la manera adecuada. Para ello es fundamental que como padres sepamos cuáles son las necesidades que van teniendo nuestros hijos, para de esta manera intervenir de manera correcta, generando experiencias que para ellos tengan algún sentido”, explica la especialista.

“Cada vez que realizo una acción con mi hijo, debo preguntarme cuál es el sentido de esa experiencia. Y ahí nos iremos dando cuenta que los padres caen el gran error de generar experiencias que muchas veces no son las más adecuadas para ese niño”.

Melina explica que, por ejemplo, un recién nacido solo necesita estar en una posición horizontal, tener estímulos tan simples como una tela que pueda tocar y un espacio lindo, ojalá en donde exista un contacto con árboles y ese tipo de objetos. No es necesario llenarlo de cascabelas o accesorios. Están demás y no van a contribuir a generar ninguna experiencia útil para ese pequeño.

Los niños a medida que van creciendo van entendiendo más cosas. Es cuando se deben introducir medidas. “Acá distingo entre tres tipos de medidas: aclaratorias que es cuando le explico a mi hijo qué va a suceder o qué le va a pasar; explicatorias que es cuando el hecho ya ocurrió y se le señala el por qué. Esto les va servir para recobrar la confianza en sí mismo. Finalmente, están las medidas reparadoras, que permiten manejar la frustración. Esta emoción es mucho más compleja en un niño que en un adulto”.

“A modo de conclusión, diría que como padres debemos entregar experiencias tranquilizadoras a nuestros hijos. Hay que evitar aquellas que los desregulen o intervenciones innecesarias. Finalmente, teniendo claras estas herramientas, dispondremos de más recursos para entender a nuestros niños”.

 

 

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