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DE LO INDIVIDUAL A LO COLECTIVO

COMPROMISO CON SENTIDO SOCIAL

/ Fotografías: Felipe Reyes

Sectores desprotegidos, vulnerables y que claman con urgencia por alguien que los saque de esa condición, es una realidad que para muchos resulta desconocida y lejana. Hoy más que nunca tenemos un compromiso con ellos, un pacto que cada uno, desde nuestro rol individual, debemos asumir, para de esta manera contribuir a un Chile y a una sociedad con oportunidades para todos.

A través del testimonio de estos tres rostros, hemos querido visibilizar una temática que a todos nos debe hacer sentido, y en donde todos estamos llamados a ejercer en plenitud nuestro rol social.

Chile aún tiene muchas necesidades y prioridades que abordar. Necesitamos como sociedad abrir espacios de desarrollo para las personas mayores, para aquellas con discapacidad física e intelectual. Se requiere un mayor diálogo intergeneracional y asumir como sociedad que la mejor inversión es la prevención en temas como salud y seguridad pública, entre otros. Son muchos los frentes que podemos y debemos abordar. La invitación está hecha para que cada uno busque el rol que quiere asumir o a qué causa aportar.

“Hoy los chilenos más que nunca esperamos un mayor rol social de las instituciones, comenzando por las empresas. Todos estamos llamados a ejercer una participación activa en las comunidades donde pertenecemos. Desde el rol social de empresas y empresarios hasta el de cada vecino al ser parte de las iniciativas de su barrio. Solo así podremos recomponer la confianza básica que necesitamos como sociedad”, reflexiona Felipe Moran, viñamarino, fundador de Balmaceda & Moran Consultora de Gestión Social, asesor de Empresas y ONG, director y consejero de fundaciones dedicadas a temáticas de Educación, Juventud, Salud y Discapacidad, y Profesor de Sustentabilidad en el Magíster de Marketing de Universidad Adolfo Ibáñez.

EDUARDO KOVACS
“LOS NIÑOS SON NUESTRO FUTURO”

 

 

Desde hace 22 años que es presidente del directorio del Refugio de Cristo; pero su vínculo con la fundación nació desde mucho antes. Debido a un incendio que afectó a uno de los hogares, conoció de cerca la realidad que enfrentaban los niños que el Refugio recibía.

Se le ilumina el rostro y sonríe cada vez que habla de la importante misión que el Refugio de Cristo tiene, y de qué manera sus profesionales y el trabajo que a diario realizan, permite hacer la diferencia en los
niños que se acogen.

Eduardo Kovacs lleva cerca de 28 años ligado al directorio del refugio, 22 de los cuales ha sido el presidente. Relata que cuando conoció la realidad de lo que allí sucedía, simplemente se conmovió.

“Recuerdo que llegué a un hogar en donde habían varios niños que enfrentaban principalmente problemas derivados de la pobreza. Por ejemplo, no tenían cosas tan básicas como un par de zapatos. Con el tiempo las necesidades han ido cambiando, y hoy son más complejas que hace 20 años atrás, pues llegan con carencias de tipo emocional, que son bastante más difíciles de abordar y solucionar”, comenta el empresario.

“Por lo general se reciben a niños derivados de los Juzgados de Familia, con historias de vida que son muy duras y, que cuando las conoces, no puedes dejar de sensibilizarte. Sabemos la gran tarea que cumplimos junto a todas las personas que acá trabajan y gracias a la ayuda que personas y empresarios en el anonimato nos entregan. Es así que con el tiempo hemos llegado a atender a cerca de 23 mil niños, muchos de los cuales hoy son profesionales que han vuelto al refugio a ofrecer sus servicios y entregar sus conocimientos”.

“Creo que en cada uno de nosotros debe existir un rol social que tenemos que cumplir. Debemos salir de esa zona de confort y hacernos cargo de estas problemáticas. Si bien el Estado tiene una misión y una responsabilidad, finalmente todos debemos ser parte de construir una sociedad más equilibrada, justa y en donde se entreguen oportunidades. Más aún cuando se trata de niños que son los que van a formar parte del mundo del mañana”.

“Si hay algo que ha quedado de manifiesto con la crisis que el país ha vivido, son justamente estas realidades. Entonces, más que nunca tenemos un compromiso social del que todos debemos formar parte”.

“Cuando ves que alguno de esos pequeños logra salir adelante, se siente una enorme satisfacción, porque al final son como tus hijos, que logran sortear la adversidad, florecer y ser parte de un sistema que es nuestra sociedad”, agrega Eduardo Kovacs.

El Refugio de Cristo tiene 63 años de historia y recibe a niños entre 5 y 18 años, los que se distribuyen a lo largo de los 6 hogares que existen en la región. “Acabamos de ganar un licitación para hacernos cargo de un hogar de adultos mayores, que es otro segmento olvidado y que también necesitan ser acogidos”.

“Creo que las necesidades son múltiples, pero nuestros niños no pueden esperar. Son el futuro y es ahora cuando debemos hacernos cargo de ellos. Es nuestro rol, nuestro compromiso y nuestro deber”.

MARTÍN ROJAS Y RODRIGO ALLENDE
“HAY QUE ATREVERSE A ROMPER PARADIGMAS”

 

 

Una visión innovadora en la manera de entender la solidaridad, fue lo que imprimieron estos jóvenes a través de la Fundación Reñaca Más Alto. Propusieron un concepto de ayuda que hoy resuena con aún mucho más sentido, en tiempos en donde necesitamos reestablecer los vínculos entre las personas.

La idea de ayudar a personas necesitadas no les bastó. Quisieron ir un paso más allá y vincularse de una manera más estrecha con cada uno de ellos, compartiendo experiencias, y prestando apoyo desde un real conocimiento de cada familia o persona con la cual se fueron relacionando.

Así nace la Fundación Reñaca Más Alto, una organización creada a partir de la motivación de jóvenes que, al conocer la realidad del sector y de quienes allí habitaba, les hizo mucho sentido el poder ir con una ayuda, pero que naciera desde un compromiso mayor. “La idea fue siempre poder involucrarnos de cerca con esta realidad, y si bien éramos voluntarios, había algo que nos motivaba a dar un paso más”.

Fue así como Martín Rojas, arquitecto, presidente del directorio de la Fundación, junto a otros amigos/jóvenes, desde el año 2011, sensibilizaron a más personas y comenzaron a armar una red que rápidamente se comprometió con esta causa. Vieron que la solidaridad con la que querían llegar tenía que basarse desde el vínculo humano.

Rodrigo Allende, diseñador industrial y quien hoy también ejerce como director ejecutivo, pertenece a la Fundación desde hace 6 años. Cuando la conoció decidió de inmediato ser parte de ella. “Ver todo lo que hacían y cuál era el objetivo central, me cambió totalmente el foco de lo que había proyectado para mi vida”.

De esta manera, Martín, Rodrigo, más otros voluntarios, se han involucrado de cerca con esta comunidad, y para ello arrendaron un departamento en el epicentro en donde todo sucede. Desde allí van conociendo de cerca las necesidades reales de quienes allí habitan. Niños, padres o adultos mayores, da igual, pues todos son parte de una sola red o comunidad.

“Tenemos varios programas como reforzamiento escolar, comedores solidarios, vínculos comunitarios, preuniversitario y el núcleo de este departamento donde funcionamos. Desde acá vamos generando diferentes planificaciones para ir en ayuda de las personas. Estos programas se han modificado en el tiempo, pues se van adaptando a las necesidades que van surgiendo, y obviamente estas van cambiando”.

 

 

“Para nosotros ha sido un trabajo enriquecedor. Cuando logras generar relaciones de igualdad, con un trato que es de horizontalidad, y en donde ves a una comunidad unida, es algo muy bonito. Te das cuenta de que existen preocupaciones o inquietudes que son iguales en todos lados. Además, en esta dinámica, se comienzan a derribar prejuicios y estereotipos, que culturalmente se han instalado en nuestra sociedad”.

“Más que nunca creemos que trabajar a partir de los vínculos y de las redes es un aporte tremendamente positivo para una sociedad y para un país. Es una nueva manera de cómo debiésemos mirarnos, conocernos y entendernos. Estábamos muy sumidos en lo individual. Con la crisis que hemos vivido como país, es tiempo de salir de esa zona de confort, ver quién está a nuestro lado, empatizar y comprometernos con el otro”.

“En este sentido, creemos que fuimos innovadores con el concepto de solidaridad que venimos trabajando desde un inicio en la Fundación, y que en la actualidad cobra un mayor sentido”.

Esto ha llevado a Martín y Rodrigo a comprometerse de verdad con un objetivo, a entender que no se trata muchas veces de solo entregar un aporte económico, sino que de involucrarse y vincularse desde otra área más profunda.

“Es así como muchos de quienes hemos ayudado vuelven como amigos a entregar su apoyo y tiempo para que sean nuevas familias las que puedan acceder a estos beneficios”.

“La Fundación se ha convertido un en valioso espacio de encuentro, en donde hemos aprendido a hacer comunidad, y a establecer lazos y redes que se han fortalecido en el tiempo. Pero también sostenemos que no es un modelo que se pueda masificar o replicar, ya que somos convencidos de que cada barrio tiene su propia realidad. Y para ayudar, hay que conocerla, y desde ahí generar el vínculo”.

“Con Reñaca Más Alto nos hemos atrevido a romper las barreras sociales, a eliminar prejuicios y paradigmas, a entender que todos somos iguales y que entre todos debemos apoyarnos, porque juntos siempre vamos a ser y a hacer más”.

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