PROGRAMA ACADEMIA DIVINO MAESTRO
Derribando las barreras del aprendizaje
Por: Marcela Cademartori / Fotografías: Carlos Pinto * 17 Septiembre, 2019
Incorporar las prácticas complementarias al proceso de aprendizaje en niños con necesidades educativas especiales, es un camino que la terapeuta integral Alejandra Radbil se atrevió a explorar el 2013. Los resultados permiten hablar hoy de un completo programa que se ha insertado con éxito en escuelas y liceos municipales.
Dos mundos aparentemente muy distantes, hoy tienen un punto de convergencia, logrando un resultado virtuoso que no solo se circunscribe a un área en específico, sino que se expande hacia otros ámbitos, logrando un efecto exponencial.
Este cruce de miradas es el que la terapeuta integral Alejandra Radbil unió el 2013, cuando logró insertar prácticas complementarias como el yoga, el reiki, la terapia floral, la meditación y la aromaterapia en los programas escolares de liceos y escuelas que atienden a niños con necesidades educativas especiales.
“Me fui dando cuenta que es increíble la gran cantidad de niños medicados con fármacos que son derivados de anfetaminas, lo que es sumamente grave. Y si sigues ahondando un poco más, vas comprobando que una gran mayoría de ellos padece graves trastornos emocionales, que se traducen en cuadros ansiosos, crisis de pánico, bullying, etc”.
“Incluir las prácticas complementarias en los procesos educativos permite entregar a los niños las herramientas para combatir estos trastornos, y a su vez se logra que el aprendizaje se internalice de mejor manera. Los resultados son evidentes, lo que se traduce en niños más sanos emocionalmente, junto a la construcción de una convivencia escolar óptima”.
Alejandra Radbil cuenta que partió con solo 4 colegios, y llegó a atender a 24 establecimientos, entre escuelas y liceos. El objetivo es replicar esta metodología en colegios privados, e incluso en el ámbito corporativo.
“Este es un tema transversal que afecta a toda la sociedad. Es una problemática en la cual incluso se deben involucrar padres y profesores. Es por ello que el programa también entrega apoyo a los docentes, para que estos estén capacitados para manejar este tipo de conductas en los niños, y se trabaje de manera coordinada con los objetivos que las prácticas complementarias persiguen”.
DE LA EMOCIÓN AL CONOCIMIENTO
Este programa, que lleva por nombre Programa Academia Divino Maestro, se inicia gracias a la idea de la directora de la Escuela D-5 de Antofagasta, Adriana Avendaño, quien visualizó los beneficios que las prácticas complementarias podrían ejercer sobre los procesos de aprendizaje de los niños de su establecimiento.
Los resultados fueron inmediatos, motivo por el cual la metodología se comenzó a replicar en otros puntos de la ciudad. “Se vio, por ejemplo, cómo los niños mejoraron aspectos de su convivencia, subieron notas, y como consecuencia de ello se generó la motivación para que los procesos de aprendizaje fluyeran de mejor manera”.
“El ser humano independientemente de ser un ser cognitivo en todo su aprendizaje, es sensorial, por lo que un rebalse de emociones sobre todo negativas, entorpece el aprendizaje, el desarrollo personal y el desenvolverse íntegro en su entorno escolar y social. Por lo tanto, nos presentamos como una alternativa fundamental en el apoyo del programa de integración para ser un puente entre estos campos y fortalecer al estudiante y contenerlo durante su desarrollo. Se implementan técnicas sensoriales que apuntan al bienestar emocional que debiesen ser la base desde donde se gestan todos los procesos educativos”, agrega Alejandra Radbil.
De esta manera se van derribando las barreras del aprendizaje y se va insertando en su reemplazo un programa de integración. Este busca eliminar la vulnerabilidad y la desprotección en la cual se encuentra un gran número de niños y adolescentes en nuestro país.
Individuos emocionalmente sanos se transformarán en adultos capaces de insertarse de manera positiva en la sociedad, evitando la marginación y como consecuencia la falta de oportunidades. Ello se traduce, finalmente, no solo en un beneficio directo para el establecimiento, sino en un aporte indirecto para toda una sociedad, que no quiere lacras como la drogadicción, el alcoholismo o delincuencia insertas en su tejido de funcionamiento.
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